Plan Nacional de Lectura

Julio Verne: Por tierra, por aire, por mar

Un 8 de febrero de 1828, en la localidad francesa de Nantes, nacía Julio Verne (Jules Gabriel Verne Allotte) y muchos sostienen que con él nacía también la ciencia ficción.



 

 

 

 

 

En sus textos, los relatos de viajes a lugares distantes se convierten en aventuras. Autor de Cinco semanas en globo, Viaje al centro de la Tierra, Veinte mil leguas de viaje submarino, La vuelta al mundo en 80 días, entre tantísimos otros. 

Vivió su infancia en la ciudad portuaria de Nantes, desde donde veía los veleros que subían y bajaban por el río Loira. Las historias marítimas también estuvieron presentes en la casa de sus abuelos maternos, donde había retratos de marineros barbudos y cofres con cartas de sus antepasados que hablaban de tierras y mares lejanos.

Así, Julio Verne y su inseparable hermano menor, Paul, fascinados con las historias de viajes por mar, soñaron con ese destino.

Con el tiempo, Paul se hizo marinero pero a Julio le fue prohibido porque tenía que seguir el mandato familiar, estudiar leyes y hacerse cargo del bufete paterno.

Así fue que, mientras su hermano se embarcaba hacia las Antillas, él viajó a París para seguir la carrera de derecho. Se recibió en leyes, pero fiel a su vocación, en tierras parisinas se hizo escritor; para sobrevivir escribió pequeñas obras de teatro hasta que conoció al editor Hetzel y cuando tenía 35 años publicó su primera novela, Cinco semanas en globo (hasta ese momento, el original de la novela había sido rechazado por quince editoriales) que resultó un éxito. A partir de entonces, firmó un contrato con el editor por veinte años, que establecía que tenía que escribir dos novelas de un nuevo estilo cada año.

 

Algunos expertos consideran que sus novelas son de anticipación, pero lo cierto es que el joven Verne pasó mucho tiempo en las bibliotecas de París, leyendo sobre ingeniería, astronomía, geología y esas fuentes nutrieron sus relatos. También su hermano Paul colaboró con sus conocimientos de las artes marítimas.

 

A 184 de su nacimiento lo recordamos y los invitamos a leerlo, para viajar en este verano al centro de la tierra, a la luna, por agua o por aire.

Compartimos el inicio de Viaje al centro de la Tierra, de la mano del profesor Lidenbrock y su sobrino Axel:

 

“El domingo 24 de mayo de 1863, mi tío, el profesor Liden­brock, regresó precipitadamente a su casa, situada en el número 19 de la König-strasse, una de las calles más antiguas del barrio viejo de Hamburgo.

Marta, su excelente criada, se azaró de un modo extraordina­rio, creyendo que se había retrasado, pues apenas si empezaba a cocer la comida en el hornillo.

“Bueno” pensé para mí, “si mi tío viene con hambre, se va a armar la de San Quintín porque dificulto que haya un hombre de menos paciencia.”

— ¡Tan temprano y ya está aquí el señor Lidenbrock! —exclamó la pobre Marta, llena de estupefacción, entreabrien­do la puerta del comedor.

— Sí, Marta; pero tú no tienes la culpa de que la comida no esté lista todavía, porque aún no son las dos. Acaba de dar la media en San Miguel.

— ¿Y por qué ha venido tan pronto el señor Lidenbrock?

— Él nos lo explicará, probablemente.

— ¡Ahí viene! Yo me escapo. Señor Axel, hágale entrar en razón.

Y la excelente Marta se marchó presurosa a su laboratorio culinario, quedándome yo solo.

Pero, como mi carácter tímido no es el más a propósito para hacer entrar en razón al más irascible de todos los catedráticos, me disponía a retirarme prudentemente a la pequeña habitación del piso alto que me servía de dormitorio, cuando giró sobre sus goznes la puerta de la calle, crujió la escalera de madera bajo el peso de sus pies fenomenales, y el dueño de la casa atravesó el comedor, entrando presuroso en su despacho, colocando, al pasar, el pesado bastón en un rincón, arrojando el mal cepillado sombrero encima de la mesa, y diciéndome con tono imperioso:

— ¡Ven, Axel!

No había tenido aún tiempo material de moverme, cuando me gritó el profesor con acento descompuesto:

—Pero, ¿qué haces que no estás aquí ya?

Y me precipité en el despacho de mi irascible maestro. Otto Lidenbrock no es mala persona, lo confieso ingenuamente; pero, como no cambie mucho, lo cual creo improbable, morirá siendo el más original e impaciente de los hombres…”

 

Más información en:

 

http://www.educ.ar/recursos/ver?rec_id=93176

 

http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/Programas/detallePrograma?rec_id=106771

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