Plan Nacional de Lectura

Los poemas de Lorca viajan al presente

A 115 años del nacimiento del poeta español Federico García Lorca, una de las principales figuras de la literatura hispánica del siglo XX. Para recordarlo, entrevistamos a una actriz que desde hace quince años recita sus poemas arriba de los colectivos porteños. 



Puede ser en un 24, a bordo de un 92 o quizás en un tramo del recorrido de Olivos a La Boca que dibuja el colectivo 29. En algún viaje por la ciudad de Buenos Aires, el azar nos puede cruzar con la actriz María Marta Guitart y encontrarnos con la traición que sufre Doña Rosita, la soltera; los versos de la casada infiel o la desgarradora verdad que se agita en Yerma.

¿Cómo es posible recitar a Lorca en un colectivo? ¿Por qué sus versos? ¿Qué sucede con la gente que viaja y se encuentra frente a este espectáculo inesperado? Las respuestas de María Marta –también actriz de la obra “Federico tuvo un sueño”- hacen que todo parezca mucho más simple de lo que uno se supone a primera vista.

“La poesía de Lorca me tomó desde el primer momento en que la leí y supe desde ese entonces que me acompañaría toda la vida”, precisa María Marta y explica que comenzó a recitarla en público en el año 1997, cuando aun estudiaba en el Conservatorio. “En aquel entonces, era una forma de ganarme la vida. Pero además de un sustento, era un modo de expresar mi libertad, de hacer algo que me gustaba. La calle es la intemperie. No hay red. Y ese desafío es lo que hace que aún hoy, trabajando en teatro y dando cursos, algunos días lo siga haciendo”, recuerda.

Con un vestido blanco, o todo negro, una mantilla en los hombros o un abanico, María Marta se sube a los colectivos con un pequeño parlante y un micrófono. Luego de pedirle permiso al colectivero y también a los pasajeros –mediante la pregunta de si les molesta o no tienen ganas de escuchar un poema-, ella se entrega en su mejor interpretación para transmitir la voz del poeta de Granada.

“Cada colectivo es mundo. Como decía aquella novela, un mundo de veinte asientos”, bromea, “pero lo cierto es que muchas veces la potencia del texto de Lorca logra sacar a la gente por un momento de sus pensamientos, de sus problemas. Logra conectarlos con el universo de la poesía, que no es necesario entender, que hay que sentir”, comenta sobre el poder de la literatura.

“Me han regalado cosas, me han aplaudido y pedido bises. Las reacciones de la gente son de lo más inesperadas. Allá por 2002, viajaba en el 24 en un horario en que lo tomaban muchos cartoneros que me daban monedas de las pocas que tenían, pero igual querían hacerlo porque se emocionaban con lo que les recitaba”, asegura.

Fuera del circuito de colectivos, María Marta Guitart protagoniza el unipersonal “Federico tuvo un sueño”, una obra que tiene el auspicio de la embajada de España y que el año pasado terminó su 4° temporada en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco.  La obra, inspirada en un cuento del autor italiano Antonio Tabucchi y en textos y poemas de Federico García Lorca, es un relato que narra una experiencia onírica en la que el poeta confunde sueño y realidad en la España embravecida de 1936.

En este momento no está en cartel porque María Marta se encuentra realizando la segunda temporada de la obra “No he dicho” sobre poemas de la escritora argentina Alfonsina Storni, que el año pasado se realizó en la Casa del Bicentenario y actualmente se puede ver los sábados en el teatro Pan y Arte del barrio de Boedo.

Lorca, vida y obra

Federico García Lorca nació un 5 de junio en Fuentevaqueros, Granada, en el seno de una familia de posición económica desahogada. Bautizado con el nombre de Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca; su padre era un hacendado y su madre, una maestra de escuela que fomentó el gusto literario de su hijo.

Ya a sus dieciocho años, en la universidad, trabó amistad con Manuel de Falla, quien ejerció una gran influenciasobre él, transmitiéndole su amor por el folclore y lo popular.

En 1919 se instaló en Madrid, en una residencia de estudiantes donde conoció a Juan Ramón Jiménez y a Antonio Machado, en la misma época en que también se relacionó con otros poetas de su generación y con artistas como Buñuel o Dalí.

En este ambiente tan atractivo, Lorca se dedicó por completo a la poesía, la música y el dibujo, y empezó a interesarse por el teatro. Sin embargo, su primera pieza teatral “El maleficio de la mariposa” fue un fracaso.

El reconocimiento y el éxito literario le llegarían años después, en 1927, con la publicación de “Canciones” y con las representaciones en Madrid de “Mariana Pineda”, un drama patriótico.

Entre 1921 y 1924, escribió una obra basada en el folclore andaluz, el Poema del cante jondo (publicado recién en 1931), un libro con el que experimentó lo que sería luego un rasgo característico de su poética: la identificación con lo popular y su posterior estilización culta, que llevó a su madurez con el Romancero gitano (1928). Allí, Lorca consiguió un lenguaje personal e inconfundible, basado en la combinación de formas populares con metáforas audaces, propias del estilo de su generación.

En 1929, Lorca viajó a Estados Unidos. De las impresiones de esa temporada nacería “Poeta en Nueva York” (publicada póstumamente en 1940), una obra de denuncia social, contra la civilización urbana y mecanizada de la modernidad.

De vuelta en España, en 1932 Federico García Lorca fue nombrado director de La Barraca, compañía de teatro universitario que se proponía llevar a los pueblos de Castilla el teatro clásico del Siglo de Oro. De hecho, sus últimas obras literarias fueron piezas teatrales: Bodas de Sangre (1933), Yerma (1934) y La Casa de Bernarda Alba (1936).

“La casa de Bernarda Alba”, considerada por algunos críticos su obra maestra, fue también la última, porque en ese año, al estallar la guerra civil, fue detenido por las fuerzas franquistas y fusilado diez días más tarde. Entre las acusaciones: su papel de poeta, de librepensador y de personaje susceptible de alterar el “orden social” de la época. 

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