Plan Nacional de Lectura

Las lecturas y sus ecos de libertad

Leer solos, acompañados, en silencio, en voz alta. Continúan las propuestas de lecturas y escritura en unidades penitenciarias de nuestro país. Lecturas que evaden al encierro.



El verano con su calor agobiante no detiene las lecturas en la Unidad Penitenciaria N° 31 de Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires. El pasado 7 de enero, se inauguró un nuevo año de trabajo, de este proyecto gestado en el 2012, en el marco del Proyecto Bibliotecas Abiertas, que llevan adelante la Modalidad Educación en Contextos de Encierro del Ministerio de Educación de la Nación, junto al Plan Nacional de Lectura y a la Biblioteca Nacional de Maestros.

Los encuentros son una vez por semana y este nuevo año los encuentra trabajando con el libro De A para X. Una historia en cartas, del escritor John Berger. El libro se compone de cartas que una tal A’ida le envía a su compañero Xavier, preso y condenado a cadena perpetua.

“El año pasado, cuando se abrió la nueva cárcel de alta seguridad construida en uno de los cerros que se extienden hacia el norte de la ciudad de Suse, la antigua, emplazada en un edificio del centro, quedó abandonada. El último ocupante de la celda número 73 de la antigua cárcel había pegado encima del catre reglamentario una especie de casilleros hechos con cartones de Marlboro unidos entre sí y fijados sólidamente a la pared con cinta adhesiva. En cada casillero cabían varias barajas. En tres de ellos se encontraron unos paquetes de cartas manuscritas. (…) Cómo llegaron a mi posesión esas cartas, tanto las enviadas como las no enviadas, es algo que, de momento, debe mantenerse en secreto, pues explicarlo podría poner en peligro a otras personas”, cuenta Berger, en una especie de prólogo o presentación en su libro.

De este primer encuentro del año, el tallerista Claudio Pérez dice: “Entre todos planificamos en grandes líneas la labor para el año.  Leer y leer, pero también escribir. Queremos llegar a fin del 2014 con algo para publicar. Pero el desafío inicial es terminar De A para X, de John Berger, y hacerle llegar al autor nuestras experiencias de lectura. En eso vamos a trabajar este verano”.

Compartimos algunas reflexiones del tallerista sobre esta primera lectura y sobre el encuentro en general:

 “Es mi turno ahora y vuelvo a leer una frase que estoy seguro nos llevará a conversar: “Con los ojos cerrados pensé: lo que permanece es el reconocimiento de las mujeres que ven como vencedores a los hombres que aman, pase lo que pase, y la consideración mutua de los hombres, una consideración que se deriva del hecho de que comparten la experiencia de la derrota. ¡Eso es lo que perdura!”

 -No la entiende porque es varón. -dice Celeste y se ríe  despertando cristales. -No puede entenderla porque ustedes ven todo al revés.

Esgrimo una defensa que no termina por convencer a las muchachas. Reitero, explico… No hay caso, están firmes en su posición, como si el amor fuese cosa de ellas, de las mujeres, y nosotros unos invitados a una sesión de magia que no dominamos.  Decido darme por vencido y no avivar las llamas en el centro de este suave aquelarre.

Cuando desconocen una palabra, el significado de la misma, indefectiblemente, les causa gracia. Se ríen con las nuevas palabras. Las festejan.

Glosan la lectura, la apuntan, repiten las frases, como si estuvieran solas en el mundo. El texto y nuestras voces, en la mañana que comienza a volverse calurosa, crean otro espacio, un lugar de ecos más que de voces”.

Y luego la escritura, como paso siguiente, como consecuencia, como búsqueda, encuentro, afirmación.

Así lo describe el tallerista:

“Intentamos un pequeño ejercicio de escritura. Les trato de entregar pequeños recortes de horóscopos de los que salen en las revistas. Son distintos, la consigna les pide que los lean y una vez seleccionado el estilo que más les guste que escriban dos, uno pensando en una amiga y el otro pensando en una enemiga.  Un juego simple, un motorcito de escritura, un empujón.

Una de ellas reacciona como si tratara de evangelios apócrifos, se niega a recibirlo, da vuelta los que quedaron sobre la mesa para no leerlos, su gestualidad es de claro rechazo, de temor tal vez. Hay una historia tras esta resistencia, pero no es nuestro propósito develarla. Tan válidas son las aceptaciones al juego como su rechazo, aunque hay en este una energía, una determinación, que inquietan”.

Otras lecturas que escapan al encierro

En la ciudad de La Plata, en la Unidad Penitenciaria de mujeres N° 33, también continúan los encuentros de lectura y narraciones.

El 17 de enero, los talleristas Roberto Moscoloni, Roxana Drucker y Andrea Auzoberria, propusieron un espacio de encuentro en torno a los libros, las lecturas, los títeres y el juego.

La jornada comenzó con un juego de títeres de dedos, que permitió la participación de las participantes y sus hijas/os. Entre telas, papeles y figuras, se armaron los títeres que al rato desplegaron miles de historias. Mientras tanto y a la par, el narrador Moscoloni sorprendía y cautivaba con relatos de fantasmas.

“El fantasma enamorado de una humana se vestía de distintas formas, y cada una aportaba su creación para no quedar fuera del cuento. Hasta que decidió ser como era, solo un fantasma y llevó en una caja todos sus disfraces y se presentó tal como debía ser. Así logró la aceptación de la enamorada”, comenta el tallerista sobre la historia improvisada y construida entre todas.

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