Plan Nacional de Lectura

En el reino de la fantasía

En enero nació y murió el célebre escritor Lewis Carroll. El mes nos sirve de excusa para volver sobre Alicia en el País de las Maravillas y para adentrarnos bajo tierra, en las profundidades de su literatura.



“Había una vez una niña llamada Alicia, que tuvo un sueño muy extraño. ¿les gustaría saber con qué soñó? Bien, esto fue lo primero que pasó. Un Conejo Blanco apareció corriendo con mucho apuro y, justo cuando pasaba junto a Alicia, se detuvo y tomó el reloj de su bolsillo”, así comienza el capítulo uno de Alicia para niños, una reescritura hecha por el autor en 1890, a partir de su primera obra Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas.

Esta primera versión y su continuidad, Alicia a través del espejo y lo que Alicia encontró allí, forman parte del mundo de los clásicos.

“Cualquier obra de las reconocidas como clásicas ha sido elegida una y otra vez, indefinidamente, por quienes, al leerla, sentimos que nos estaba dedicada, como si hubiera sido escrita especialmente para cada uno de nosotros, y nos hacía volver a soñar. Y aunque la obra “hable” de distinta manera, según pasan los siglos y las circunstancias se modifican, el hálito que la sostiene se reanima con nuevos y renovados lectores que encuentran, por encima de cualquier contingencia, el misterio y la paradoja de la existencia recreados en ese espejo fantástico de la ficción”, sostiene Delia Pasini en la introducción a una de las versiones, editada por el diario Página 12 y Editorial Losada.

¿Cómo nace esta historia que tiene a la pequeña Alicia como protagonista? ¿Cuál es el recorrido de uno de los libros más célebres de la literatura inglesa?

El mundo de Alicia transcurre entre situaciones disparatadas y diálogos insólitos, pero la historia, el primer relato, nace de una realidad bien concreta. Una tarde de verano de 1862, Charles Lutwidge Dogson, más tarde conocido por su seudónimo Lewis Carroll, salió de paseo en bote por el río Támesis (Inglaterra) con las tres hijas de su amigo, el Dr. Henry Liddell, e inventó una historia para entretener a las tres hermanas:  Lorina, Alice y Edith. En este relato, Alice –la hermana del medio- era la protagonista  y vivía aventuras en un mundo subterráneo.

“Recuerdo claramente cómo, al intentar desesperadamente inventar algo distinto de los cuentos de hadas corrientes, envié a mi heroína por la madriguera de un conejo, bien abajo, sin tener la menor idea de lo que habría de sucederle después”, escribía el mismo autor varios años después de la aparición de Alicia

Al despedirse de ese paseo, la pequeña protagonista le pidió: “Sr. Dodgson, me gustaría que escribiera las aventuras de Alicia para mí”. Según los registros del diario de Carroll, empezó a escribir la historia esa misma noche y la terminó el 10 de febrero de 1863. Alice Liddell recibió el manuscrito Las aventuras de Alicia bajo tierra, con ilustraciones realizadas por el mismo Carroll.

Luego llegó el contacto con John Tenniel, quien ilustró la publicación y en 1865 el libro se editó con su título definitivo, Las aventuras de Alicia en le país de las maravillas.

Los primeros pasos no fueron fáciles, la crítica no recibió bien a esta historia disparatada: “Para la revista Athenaeum era preciso reconocer el arduo trabajo de su autor, pese a haber logrado una historia acartonada y sobreexcitada, para Ilustrated Times el cuento era extravagante, demasiado absurdo y sólo provocaba desilusión e irritación (…) The Times, por su parte, ponderó los dibujos de Tenniel pero despachó el libro en una sola línea: se lo puede describir como una excelente obra de disparates”, explica la citada Delia Pasini, quien sobre estas expresiones, agrega: “ningún resultado edificante, para la sociedad victoriana amante de la literatura ejemplificadora y moralista”.

En contrapeso, la autora cuenta: “Más entusiastas fueron, en cambio, Pall Mall Gazette y Spectator: si para la primera el libro era delicioso, una verdadera fiesta para los pequeños y el triunfo de una sinsentido hecho de bombones, banderas y música, jamás inhumano, ni chabacano, ni tedioso, para el segundo era un libro para chicos y grandes, quienes se divertirían mucho al leerlo a sus hijos, y reirían más de lo que podrían imaginar”.

 

“Pasó que después de haber caído en la madriguera del Conejo y de correr un largo, largo camino bajo tierra, de repente, Alicia se encontró en un gran salón, con puerta alrededor. Pero todas las puertas estaban cerradas; así, como verán, la pobre Alicia no podía salir de la sala, y esto la hizo sentir muy triste.

(…)

¿Qué preferirían ustedes?, ¿ser una Alicia diminuta, no más grande que un gatito, o una Alicia de gran altura, con la cabeza que golpea siempre contra el techo?”, segundo capítulo de Alicia para niños de editorial Aique.

 

La continuación de este primer libro fue Alicia a través del espejo y lo que Alicia encontró allí, ilustrado también por John Tenniel, que apareció a fines de 1871.

El autor, que nació el 27 de enero de 1832 en Cheshire, Inglaterra y es el tercero de once hermanos (cuatro varones y siete mujeres), fue un estudiante brillante y se desempeñó como profesor de matemáticas desde muy joven. También se dedicó a la fotografía, un arte que recién estaba surgiendo, y se convirtió en un gran retratista. Las hermanas Liddell no escaparon al ojo de su cámara; las conoció el 25 de abril de 1856 y ese mismo día las fotografió por primera vez.

El 14 de enero de 1898 murió Charles Lutwidge Dogson, quien firmó todas sus obras bajo el seudónimo Lewis Carroll (transposición de la versión latina de sus nombres, Carolas y Ludovicus, escritos en orden inverso). Alicia…, su obra emblemática, fue considerada una revolución en materia de literatura para jóvenes. “Por primera vez una niña, más que una heroína, era el eje central de una historia”, dice Beatriz Ferro.

 

“¿No sería bueno tener un sueño extraño igual que el de Alicia?

El mejor plan es este. En primer lugar, se echan debajo de un árbol y esperan hasta que un Conejo Blanco pase corriendo con un reloj en la mano; enseguida, cierran los ojos e imaginan que son la querida Alicia.

¡Adiós, querida Alicia, adiós!”, final del capítulo 14 de Alicia para niños.

 

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