Plan Nacional de Lectura

Para leer en el mundial

Se respira fútbol. Goles, deseos, cábalas, figuritas, banderas, rezos y un infinito etc, al que agregamos literatura. Aquí, un recorrido por algunos textos futbolísticos.



El mundial 2014 ya llegó y se está jugando en Brasil. Lejos de las pantallas y la cobertura mediática, en otros escenarios, con otras historias y distintos personajes, hay un fútbol que se juega en la ficción. Aquí un recorrido sintético y arbitrario por algunos de los textos que forman parte de la Colección Pasión por Leer, editada por el Plan Nacional de Lectura.

Algunas historias empiezan así:

“A un costado de la cancha había yuyales y, más allá, el terraplén del ferrocarril. Al otro costado, descampado y un árbol bastante miserable. Después las otras dos canchas, la chica y la principal. Y ahí, debajo de ese árbol, solía ubicarse el viejo.

Había aparecido unos cuantos partidos atrás, casi al comienzo del campeonato, con su gorra, la campera gris algo raída, la camisa blanca cerrada hasta el cuello y la radio portátil en la mano. Jubilado seguramente, no tendría nada que hacer los sábados por la tarde y se acercaba al complejo para ver los partidos de la Liga…”, Viejo con árbol, de Roberto Fontanarrosa

“La única vez que vi sonreír a Aniceto Manuel Gutiérrez fue al término del partido más difícil de su vida, jugado el 4 de diciembre de 1963 entre su equipo, el Sportivo La Piedad, y el poderoso Estero Velásquez, por la finalísima de la Liga Chaqueña…”, Hechizo indio, de Eduardo Sacheri

“El encuentro se encaminaba hacia un 0 a 0 inevitable, cuando el árbitro hizo sonar el silbato señalando el punto del penal. Oscar Marchese sintió entonces que el recuerdo de esa mañana se le clavaba en el estómago como una puñalada. Sentado a la mesa del comedor del hotel, en la concentración, mientras miraba el diario esperando que le sirvieran el desayuno, no había podido resistir la tentación de leer el horóscopo. Sabía que no tenía que hacerlo, por algo los días de partido eran los únicos en los que evitaba prestarle atención a lo que su signo le deparaba…”, Horóscopo fatal, de Andrés Mazzeo

“El penal más fantástico del que yo tenga noticia se tiró en 1958 en un lugar perdido del Valle de Río Negro, en Argentina, un domingo por la tarde en un estadio vacío…”, El penal más largo del mundo, Osvaldo Soriano

Por supuesto no faltan las historias del potrero del barrio, con palos marcando el arco, donde confluían amigos y más que fútbol se jugaba a la pelota.

“En las tardes de infancia en las que acechaban tormentas que asustaban a las madres, y en los anocheceres de adolescencia durante los que temporales fieros conquistaban al mundo, y en los desafíos de adultez en los que mil nubes se rompían con una fuerza de nunca acabar, los amigos del barrio del Gordo ni se cubrían ni se escapaban ni se espantaban. Al contrario, repetían un ritual de risa y de fiesta: jugaban al fútbol con el alma y metían goles…”, Abrazos de lluvia y fútbol, de Ariel Scher

“Cuando un grupo de amigos no enrolados en ningún equipo se disponen para jugar, tiene lugar una emocionante ceremonia destinada a establecer quiénes integrarán los dos bandos…”, Instrucciones para elegir un picado, de Alejandro Dolina

El fútbol y las mujeres, ¿a las mujeres les gusta el fútbol? ¿lo juegan? La ficción también  habló de estos temas.

“…porque lo que yo envidio a los hombres es el sentimiento que les despierta el fútbol. Si algo se interpone entre ellos y el televisor cuando miran un partido, son capaces de inclinar su cuerpo, aún en sentido contrario al que permiten sus articulaciones, para no perderse ni un segundo de una jugada…”, Envidia de Marta Merkin

“Rajá pa’ dentro, rajá pa’ dentro te digo, que te voy a arrancar la cabeza, te miraste cómo tenés esas rodillas, desgraciumana, me vas a volver loca (…) ¿te viste las zapatillas? No, qué te vas a mirar vos si lo único que te importa es jugar a la pelota con los desgraciados esos, meta pelota y pelota todo el día y a mi que me parta un rayo (…) ayyy, tu hermano no era así, ah nooo, el Carlitos es una monada, nunca me llamaron del colegio para decirme nada, nunca una palabra de más, un niño prodigio el Carlitos, no como vos pedazo de bestia, machona de porquería, tendrías que haber sido varón vos, siempre lo dije”, Piel de Judas, de Juan José Panno

Por último, compartimos El extraño fútbol de los mayas, de Luis Gruss. Un relato imperdible, donde el fútbol define la vida:

“Cuando los antiguos mayas eran libres honraban a sus dioses jugando al fútbol hasta morir. A Chichen Itzá, Tulum y otras ciudades llegaban los equipos seleccionados entre los mejores representantes de la raza. Cuerpos bien formados y lujosamente ataviados se medían en certámenes que a veces duraban semanas enteras. El juego de pelota (como lo llamaban) tenía poco que ver con el fútbol actual. El balón, confeccionado con hule macizo, era extraordinariamente pesado. Los jugadores (que la multitud alentaba con fervor) corrían por el campo haciendo gala de una extrema precisión. Las estrictas reglas fijadas por los sacerdotes les impedían toca la pelota con las manos. Sólo podían impulsarla con golpes de cadera, piernas y brazos. Lo más raro de todo era el trágico desenlace de los partidos. El juego era considerado una ceremonia sagrada y el equipo ganador era premiado con la decapitación inmediata de todos sus integrantes. La sangre derramada de estos inigualables deportistas servía para aplacer el enojo de los dioses y fertilizar la tierra. Era un privilegio que ninguno de los elegidos osaba despreciar. Los perdedores (en cambio) compensaban la terrible humillación con la posibilidad de retornar a sus aldeas junto a sus hijos y mujeres cantando alabanzas al maíz y a las doradas manzanas del sol. Cambiaban el sacrificio heroico por una vida sin gloria. Hoy resulta demasiado fácil deducir  que (a veces) perder es casi la única manera de ganar”.

 

 

 

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