Plan Nacional de Lectura

Mediadores y multiplicadores de lectura

Leer por el mero placer de leer. La lectura alejada de la imposición y la obligación. Una experiencia puesta en práctica por una docente, sostenida durante más de 20 años y recientemente premiada en el Vivalectura 2012.



 

Virginia Bossié es profesora de lengua en escuelas secundarias y en 1991, en un Congreso Internacional de Lectura en Buenos Aires, escuchó a una maestra que realizaba con sus alumnos de primaria, todos los días, quince minutos de lectura silenciosa. Volvió a General Pico, La Pampa, con la inquietud y las ganas de implementar esa experiencia en las dos escuelas donde era docente.

La primera dificultad fueron sus colegas, que no le regalaron ni un minuto de sus clases, entonces empezó usando un módulo de su materia, una vez a la semana, para organizar jornadas de lecturas.

El comienzo fue arribar al aula con una caja con más de 100 libros, para que los vieran, eligieran y empezara el primer contacto. Luego los alumnos llevaron sus propios libros y más tarde llegaron las Ferias del Libro en el aula, que permitieron el intercambio de materiales entre compañeros.

Durante estos veinte años el proyecto fue variando y modificándose, pero siempre conservó lo esencial: no se realiza evaluación en términos de nota y nunca se lee por obligación.

“A mi siempre me gustó leer, pero en la facultad por año tenía que leer 150 libros y me di cuenta que no daba abasto, que se me mezclaba todo. Entonces me juré, que cuando fuera docente, nunca los iba a obligar a leer”, sostiene Bossié y agrega: “Yo creo que la semilla prende, no sé si en todos, ni en qué calidad. Me voy enterando después de años, cuando me los encuentro, porque eso no se puede saber en el momento. Hay que esperarlos, no obligarlos, ese es papel del mediador. Yo no pretendo que lean la literatura que a mi me obligaron a leer”.

Cuenta que un día se encontró con un ex alumno que trabaja en una panadería y le contó: “De las subordinadas no me preguntes nada, pero cuando cobro me voy a la librería y elijo un buen libro, trato de terminarlo antes de volver a cobrar, así el mes que viene me puedo comprar otro”.

Bossié resalta que ella también llevaba para leer, porque cree que así se contagia el placer por la lectura y agrega: “más de una profesora decía mirá qué viva, como aprovecha para leer y no dar clases. Pero para mí esta es una manera de dar clases”.

Durante las clases se realizan puestas en común en ronda, donde se propicia el intercambio entre compañeros, se discute y se abordan los ejes temáticos de la materia: así los alumnos conversan sobre la diferencia entre cuento y novela, la construcción de los personajes, el orden de los capítulos, entre otros aspectos. En sus propias palabras: “se enseñan entre ellos”. Además el proyecto es evaluado cada año por los propios alumnos, quienes opinan que se debe conservar, modificar o sacar.

Un presente con libros

Bossié señala que ahora los alumnos tienen más y mejores posibilidades de acceso al libro: “cuando yo empecé en el año 1991 era la época de las fotocopias, los chicos leían fragmentos y no tenían contactos con los libros. Ahora hay libros en las bibliotecas, antes sólo había manuales viejos”.

Y respecto del uso de nuevas tecnologías, Bossié no las considera como competidoras del libro; por el contrario, cree que corren por vías paralelas y que los chicos también leen en la computadora. El desafío para ella es enseñarles a buscar la información y a ser críticos.

Donde encuentra dificultades es en el ámbito de formación de los docentes, donde las estudiantes tienen poco tiempo para leer por placer. Se desempeña como profesora en la universidad formando a futuras maestras de nivel inicial y primario y al proponerles que armen su propio plan de lectura, donde puedan leer lo que quieran, la respuesta que encuentra es: “no tenemos tiempo estamos saturadas de materias”.

“Para mi esto es grave, porque una maestra no puede motivar a un chico de 10 años, que es quizás la mejor edad para mostrarles cosas nuevas, si ella no lee”, concluye.

Premio Vivalectura

La trayectoria en este trabajo la ubicó como primer finalista en la categoría escuelas del Premio Vivalectura 2012 y si bien cree que es importante por el reconocimiento, no lo vive como algo especial, porque para ella se trata del trabajo cotidiano: “es parte de la vida en la escuela desde hace 20 años”.

En el proyecto presentado para participar del Vivalectura menciona como objetivo: “formar lectores autónomos, críticos y gustosos de la lectura”.

En eso consiste su trabajo, que no es ni más ni menos que contagiar el placer por leer, tanto en escuelas públicas y privadas: “Uno no sabe hasta donde una cosa chiquita, cuando tienen 14 o 15 años, los puede ir motivando para el futuro”.

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