Plan Nacional de Lectura

“Lo mejor que pudo pasarme en la vida fue tener una librería”

 

“Hay una diferencia sustancial entre ser librero y tener en una librería. Sobre todo si nos referimos a la lectura, porque no todo aquel que trabaja vendiendo libros es un verdadero lector”. Hecha esta aclaración, Natu Poblet, la dueña de Clásica y Moderna –una de las librerías más emblemáticas de la Ciudad de Buenos Aires- se dispone con tranquilidad a la charla, en la que ahondará en reflexiones sobre el avance del libro digital, hará recomendaciones literarias e incluso contará un poco de su propia historia de librera, pero “LIBRERA”, así, con mayúsculas. 



 

Para evitar equívocos, ella elige definirse, en primer lugar, como lectora y también como hacedora de un programa de radio, que sólo se escucha a través de la web. “Me gusta que sea digital y que cada uno lo escuche cuando pueda, me parecen buenísimos los recursos que ahora brinda Internet”, aclara. “Leer es un Placer” está dedicado exclusivamente a la literatura y su objetivo es difundir la obra de los autores que escriben, o están traducidos, al español. Ubicarlo es sencillo, simplemente hay que dirigirse a: leeresunplacer.com.ar

 

“Yo soy muy tecnológica, facebook, twitter, pero aún así me gusta leer en papel el diario del domingo, alguno, porque otros lo miro por Internet. A esta compra, yo la considero un gesto romántico, que está muy bien y si te lo podés permitir, por qué no?”, se pregunta Poblet, una manifiesta defensora de las nuevos medios digitales, y a su vez, la dueña de una de las librerías con más historia de la Argentina. 

 

“En 1938, cuando yo estaba naciendo, mi padre fundó la librería. Aquí nació mi pasión por los libros. A mí me buscaban del Normal 1 y me traían al negocio. De hecho, vivimos un tiempo allí. Luego hubo reformas durante la vida de mi padre, después, otras reformas cuando mi padre se murió en la década del ochenta. En esa época, yo dejé mi profesión de arquitecta, y junto a mi hermano nos hicimos cargo del negocio y lo cambiamos bastante (se refiere al restaurante que funciona en la parte de adelante, donde además de comida, se ofrecen diversos espectáculos). Pero, aunque tardé en admitirlo porque durante mi juventud me fui a trabajar de arquitecta, lo mejor que pudo pasarme en la vida fue tener una librería. Pude conocer a los escritores, ingresar al mundo del libro con seres de carne y hueso. No digo que sea necesario conocerlos, pero si que en muchos casos fue un privilegio”.

 

Ya que se define como una defensora de las nuevas tecnologías, no puedo evitar preguntarle ¿qué opina de la aparición del libro electrónico o e-book?

Va a invadir todo el libro electrónico. Va a ser arrasador. Tal vez, no lo llamaría libro electrónico, porque no a todo el mundo le gusta comprar el dispositivo del kindle – un lector portátil que permite comprar, almacenar y leer libros digitalizados- que ya tiene precargada una selección y que no tiene por qué coincidir con lo que cada uno quiera leer. Pero pienso que es una maravilla el libro digital porque permite el acceso masivo a la lectura. Por ejemplo, estuve en España y me encontré con editoriales online. Una muy interesante es sigueleyendo.es, que organiza una colección de textos infantiles reversionados para adultos por escritores famosos. Ingresar allí para leer el material cuesta un euro, que se divide 50 por ciento para el autor, 50 para la editorial. Es decir, ha surgido una nueva concepción del circuito comercial del libro.

 

¿Usted lee libros electrónicos?

Yo estoy permanentemente buscando autores, y la mayoría de las veces busco a los no tan conocidos o consagrados, que no necesariamente son jóvenes, pero que no llegan aquí, a Argentina, por cuestiones comerciales. Es que traerlos implicaría una campaña de prensa brutal, que a su vez no aseguraría resultados. Entonces, los encuentro en la web. Así que yo imprimo los archivos en formato PDF, me los hago anillar y los leo de ahí. Es decir, podríamos decir que soy una categoría intermedia, entre el que sólo lee en papel, y el que lee todo del kindle.  

 

¿Qué cree que va a suceder con el libro de papel, que es el que hoy utiliza y prefiere la mayoría de la gente?

No va a morir el libro en papel. Es más, no creo que nunca desaparezca. Las librerías van a seguir existiendo. Todos van a poder comprar el libro electrónico o el papel, dependiendo de lo que quieran y lo que consideren gastar. Escritores amigos me comentaron que ya firman derechos de sus libros en papel y en digital.

 

Pero esto cambia radicalmente el mercado de los libros.

Habría que pensarlo así: el objetivo del lector es leer todo lo que le interesa; por lo tanto es el principal beneficiado. En cambio, el objetivo de las librerías y editoriales es comercial y por ende, necesitan tener equilibrada la balanza. Lo cierto es que al día de hoy, las editoriales no saben todavía cómo comercializar los libros electrónicos, habiendo tanta diferencia de precio entre el libro en papel y digital. Es que en la web, nada cuesta más de diez dólares. Tampoco se sabe qué pasaría con el distribuidor, con el agente; cambia el circuito. Con Internet, el libro puede pasar del escritor al lector, casi sin intermediarios. Pienso que en un futuro cercano a las editoriales les va a costar sobrevivir. Hoy, el panorama se ve complejo sobre todo para las grandes editoriales, aunque sé que a veces compensan con un éxito infernal, montones de libros que no se venden.

 

¿Qué opina de los sellos editoriales independientes?

Me parece excelente el emprendimiento de los nuevos sellos editoriales. Siempre los llevo a mi programa. Se trata de gente muy joven que apunta a un perfil, y a quienes les va razonablemente bien. Tratan de tener un perfil definido, no suman libros de cocina, de política, de poesía, no. Funcionan de modo acotado, con una selección de títulos y autores, con dimensiones también muy acotadas de personal. Van de a poco, lejos de las fastuosidades de las grandes editoriales –que hoy son grupos empresariales gigantes- pero así les va bien y me alegro mucho por ellos.

 

Usted que tiene relación directa con muchos escritores, ¿cuál es el espíritu que percibe en ellos con respecto a este nuevo fenómeno de libros en Internet?

No los veo preocupados para nada, al contrario. Además, los escritores argentinos están viviendo un cuento de hadas en este momento.

 

¿Un cuento de hadas?

De dos años a esta parte, están logrando algo que antes era impensado: traducciones. Así que ahora es común que viajen, los inviten a las ferias, vendan en otros países. Antes era traducidos sólo los consagrados, Cortázar, Borges; hoy, escritores que han publicado una sola novela, viajan por el mundo. Y no hablo de Europa, estoy hablando de destinos insólitos como Corea, India, China. Así que por ahora están ganando. Esto es la globalización.

 

¿Pero sucede lo mismo de otros países hacia acá?

No, no  pasa lo mismo de Europa o de otros lugares del mundo hacia Latinoamérica. Por ejemplo, (Henning) Mankell puso de moda los policiales suecos. Luego llegó Stieg Larsson con Millenium. La gente ahora busca autores escandinavos. Pero no sucede, por ejemplo, que un francés escriba un libro y se publique en Argentina porque para que llegue acá, las editoriales se aseguran que vayan a ser vendidos. Es un fenómeno muy complejo. Siempre recuerdo el caso de Elsa Osorio con un éxito impresionante en Europa con “A veinte años, luz” a fines de los 90 y era terrible porque su libro no era editado en Argentina.

 

¿Y cómo ve el futuro de los libreros, de esos libreros “con mayúsculas” que mencionamos al comienzo de la charla?

Una cosa que va a pasar es que se va a revalorizar figura el librero porque creo que va a haber gente que va a ir a buscar su consejo. Ese tipo de libreros, que leen y saben cómo recomendar, van a ser requeridos. Yo, por ejemplo, dejo una mesa armada, con mis recomendaciones para que los clientes de Clásica y Moderna los encuentren cuando yo no estoy en el local. Para que quede claro, hablo del librero que ocupa el mismo lugar que la crítica especializada.

 

Para finalizar entonces, y desde su condición de librera “con mayúscula”, ¿qué títulos recomienda para adolescentes que cursan los últimos años de la secundaria?

Algunos fundamentales: (Gabriel) García Márquez: “Crónica de una muerte anunciada”, y “Relato de un naúfrago”. También “Un mundo para Julios” de Alfredo Bryce Echenique. Y en la traducción argentina “El cazador oculto” de (David) Salinger; pero atención en la traducción porque si en el primera página, el chico lee “chaval”, ya está, deja de leerlo.

De autores argentinos, los cuentos de Horacio Quiroga, algunos de Julio Cortázar, algunos de Abelardo Castillo, los primeros, los llamados realistas como por ejemplo, “La madre de Ernesto”, y también cuentos de Liliana Heker.

 

¿Qué libros tiene ahora en su mesa de recomendaciones o mejor dicho, qué lecturas sugiere para los docentes y adultos en general?

De la canadiense Alice Munro, “Escapada”; “Diario de invierno” de Paul Auster. De Claire Keegan, una escritora irlandesa, “Antártida”. De la chilena Lina Peruana “Sangre en el ojo”. Daniela Tarazona, de México, “El animal sobre la piedra”; y de la uruguaya Vera Giaconi “Carne Viva”. “El ruido de las cosas al caer” del colombiano Juan Gabriel Vázquez. Y de argentinos: “Glaxo” de Hernán Ronsino y “Trampa de luz” de Matías Capelli. 

 

Agradecemos la fotografía, tomada por Rocío Pedroza para La balandra -otra narrativa-

 

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