El Plan Nacional de Lectura fue de las primeras medidas de la democracia recuperada, una política implementada por el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín a cargo de la historiadora Hebe Clementi en el Ministerio de Cultura porque, como ella misma expresó alguna vez: “se tenía la conciencia de las consecuencias devastadoras que una dictadura afecta a quemar libros y bibliotecas habría de tener para la relación entre los argentinos y la práctica lectora”. Autores y especialistas comenzaron a circular por el país encontrándose con docentes y estudiantes en talleres ocasionales.
Ese Plan se interrumpió entre 1989 y 2001, cuando se retomó la iniciativa, esta vez en el Ministerio de Educación de la Nación. En 2009 se estableció formalmente su existencia con la Resolución N° 1044/08, con la unificación de los que hasta ese momento habían sido el Plan y la Campaña Nacional de Lectura (que hacía intervenciones masivas en espacios públicos).
Desde entonces y hasta 2015 más de un centenar de autores (escritores, ilustradores, artistas) y especialistas han trabajado con el Plan Nacional de Lectura en encuentros con estudiantes y docentes. En esos años, además, se publicaron y distribuyeron 40.000.000 de ejemplares de cuentos y poemas y más de 15.000.000 de libros literarios en todas las escuelas del país y en otros espacios.
Por este despliegue de acciones, la Fundación El Libro otorgó al Plan el Premio Pregonero por su trabajo de difusión de la literatura argentina para niños y jóvenes.
En 2016 el Plan fue prácticamente paralizado y se decidió públicamente dejar de renovar los acervos literarios de las escuelas. El 30 de diciembre de 2019 el Presidente Alberto Fernández lo puso nuevamente en marcha con el nombre de Plan Nacional de Lecturas.