La escritora Paula Bombara participó de un nuevo encuentro, en el marco del Programa Nacional de Intensificación de la Enseñanza de la Lectura en 3° y 6° grados, que lleva adelante la Dirección de Nivel Primario.
La autora de "El mar y la serpiente" dio una charla sobre la intensificación de la lectura en el nivel primario, que fue transmitida en directo desde la fundación Osde a distintas provincias. Los libros de la infancia, las intenciones del escritor y los nuevos planteos sobre la divulgación científica en la era de internet fueron algunos de los temas que surgieron durante una ponencia que concluyó en la imagen de la literatura como un puente.
"Pensando en los momentos en que la literatura nos atrapa y nos inquieta, y en otros momentos en los que leemos buscando información o ciertos datos con la intención de encontrar una respuesta, surgió el título de esta charla: Leer siempre como un modo de buscar", contó Paula Bombara en un nuevo encuentro del Programa Nacional de Intensificación de la Enseñanza de la Lectura en 3° y 6° grados que lleva adelante la Dirección Nacional de Nivel Primario del Ministerio de Educación. En esta ocasión, se trató de la cuarta videoconferencia del ciclo 2013 que se realiza en Buenos Aires, con transmisión a distintos ciudades del país, como Mendoza, La Plata, Resistencia y Bahía Blanca, entre otras.
Desde el inicio, el Plan Nacional de Lectura acompaña estos encuentros invitando a un escritor a compartir sus vivencias y reflexiones en el campo de la literatura, y analizar el delicado vínculo en el que se articula en el ámbito escolar.
Bombara comenzó hablando de sus primeros libros: "En los inicios de mi camino lector, no recuerdo exactamente cuál es el primer libro que leí, pero sí que buscaba el abrazo perdido". Y se refirió a su propia historia: "Cuando con mi mamá tuvimos que escapar de Bahía Blanca porque mi papá había sido secuestrado, nos pudimos llevar muy pocas cosas. Entre las cosas que nos llevamos, estuvieron los libros. En ese momento, la ausencia era tan fuerte para las dos, yo era muy pequeña y mi mamá muy joven; y en esa situación, el arte fue la manera que buscó mi mamá para recuperar mi alegría. Entonces, en su equipaje, había libros, acuarelas, long-plays, esas cosas. Hoy puedo decir que surtió efecto. Yo empecé a elaborar relatos desde aquella época".
"La primer novela que leí fue Dailan Kifki. La obra de María Elena Walsh fue para mí un refugio y un enorme caudal de aprendizaje. Aprendí a leer cantando sus canciones", aseguró la escritora y reflexionó: "Además, la literatura era lo único que permanecía en mi vida porque yo cambiaba todos los años de jardín de infantes. Yo podía releer, dibujar, cantar. Los libros eran los que estaban siempre, se podían romper, deshojar, pero ahí estaban".
Bombara se refirió también a la posibilidad de la relectura: "El valor de conservar los libros en las bibliotecas es justamente ese, porque podemos leer un libro a una edad, y cuando pasan los años y volvemos a leerlos, los libros ya son otros porque nosotros estamos distintos". Y se sirvió de un ejemplo de su vida. "Hay un poema de Elsa Borneman que cuando lo leí a los seis años pensé que era sobre un nene que me gustaba y no me daba bolilla, y cuando lo volví a leer a los doce, sentí que hablaba de mi papá":
Yo dibujo puentes / para que me encuentres: / Un puente de tela, / con mis acuarelas…/ Un puente colgante, / con tiza brillante… / Puentes de madera, / con lápiz de cera…/ Puentes levadizos, / plateados, cobrizos…/ Puentes irrompibles, / de piedra, invisibles…/ Y Tú… ¡Quién creyera! / ¡No los ves siquiera! / Hago cien, diez, uno…/ ¡No cruzas ninguno! / Más… como te quiero… / dibujo y espero. / ¡Bellos, bellos puentes/ para que me encuentres!
"Desde ese entonces, yo creo que la literatura y la escritura son puentes".
"Me pasó algo cuando viajé con el Plan de Lectura a San Salvador de Jujuy. Los chicos habían leído mi libro, "El mar y la serpiente", y en un auditorio inmenso, había una chica en la segunda fila que sonreía de un modo especial. Estuvo muy atenta toda la charla. Yo la miraba cada tanto porque me llamaba la atención su tensión. Sobre el final, pidió el micrófono y contó que había leído el libro, que se lo había dado a su mamá. Que su mamá leyó el libro y que después le contó que ella tenía un tío desaparecido. Entonces ella le dijo a la mamá que fueran a la Casa de la Memoria de Jujuy y que iniciaran la búsqueda de los restos. Y para mí fue muy fuerte. Mi libro había cumplido su destino: encontró su casa en el corazón de esa chica".
Sobre su participación en la colección "Quién soy" (Relatos sobre identidad, nietos y reencuentros que incluye textos de Iris Rivera, María Teresa Andruetto, Mario Méndez e ilustraciones de Irene Singer, María Wernicke, Istvansch y Pablo Bernasconi), Bombara contó: "Era una gran responsabilidad porque nuestros relatos tenían que ser aprobados por los nietos recuperados, a quienes retratábamos. Entonces escribimos desde el corazón, no había otra manera".
"También escribí el epílogo de esa colección, que es un epílogo en tono de divulgación científica. Y estuvo buenísimo porque hasta ese momento yo había escrito textos de divulgación de ciencias naturales y exactas, y podía entender perfectamente el tratamiento analítico que se le hace al ADN y qué es el banco de datos genéticos, pero en este caso, además tenía que escribir sobre la recepción que hacen las Abuelas cada vez que llega alguien con dudas o para anunciar que es hijo de padres desaparecidos".
"Entonces aquí el tema fue otro, porque cuando se trata de escribir divulgación científica, el desafío es lograr que se comprendan los conceptos, que ciertos procesos científicos pueden ser aprehendidos. Pero en este caso, me incliné por explicar las cuestiones de la ciencia de un modo más amoroso porque pensé que la única manera de explicar la labor de Abuelas y su historia era a través de un lenguaje cálido y amoroso, porque así son ellas. La frialdad de laboratorio no servía en este caso", relató Bombara.
"Lo mismo me pasó hace unas semanas cuando me pidieron de una revista que definiera qué es la democracia, qué significa. Y me pregunté: ¿Qué sentido tiene ahora, donde hay tanto dato en internet, poner datos y datos en un material de divulgación?".
"Tiene que haber algo más, algo que empuje al lector a buscar esa información en una fuente confiable, y a su vez, una forma que lleve al lector a seguir investigando. Así trabajo la divulgación. Tienen que ser textos rigurosos porque un libro es realmente de divulgación cuando respeta el conocimiento que está transmitiendo, pero a su vez, esa literatura tiene que hacer uso del caudal de recursos literarios. Pensando en un lector que pueda interpretar metáforas, que tiene saberes informales, que está buscando enterarse de algo", explicó.
"De algún modo, la literatura de divulgación también es un puente porque tiene como objetivo acercar a los chicos a la ciencia y a su vez, bajar a la ciencia de ese pedestal donde parte de la sociedad la sube. Además, la literatura es un acto creativo, como lo es la ciencia", planteó la escritora y continuó: "A veces hay libros, que yo llamo de "pseudo divulgación" porque en realidad son libros muy caros que comprenden una acumulación de datos, pero que no apuntan a nada más. La literatura, de ficción o de divulgación cuando está dirigida a niños, tiene que ser literatura. Debe formar lectores curiosos y activos. Y eso se logra inquietando, dando lugar a espacios de duda, de interrogación. Y por supuesto, la literatura infantil tiene que tener la misma calidad que le exigimos a toda la literatura adulta".
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