En el día internacional de la mujer, proponemos el debate: ¿existe un registro, una temática o una sintaxis particular? ¿Se trata sólo de una categoría comercial? ¿O acaso se puede entrever en esta clasificación literaria un retroceso en la lucha por la igualdad? Dos escritoras argentinas, Liliana Bodoc y Márgara Averbach, dan sus opiniones.
Dos escritoras argentinas, Liliana Bodoc y Márgara Averbach, dan sus opiniones.
Dialogaba con Balzac y cruzaba correspondencia con Flaubert, pero al momento de publicar sus libros, Aurora Dupin lo hacía bajo el seudónimo masculino de George Sand. Es que durante siglos, el rol de la mujer en la literatura cabía en dos casillas cerradas: musa imposible o lectora obediente. No mucho más.
"Las mujeres han servido durante todo este siglo (en relación al siglo XX) como espejos que poseyeran el poder de reflejar la figura del hombre a un tamaño doble del natural", gritaba desde sus escritos Virgina Woolf; contemporánea de las ciento cuarenta y seis trabajadoras que murieron un 8 de marzo en el incendio de una fábrica de camisas de Nueva York, encerradas por los mismos dueños, mientras peleaban por sus derechos laborales.
En esta parte del mundo –en algunos países las voces femeninas aún permanecen silenciadas por motivos religiosos o sociales-, las condiciones han cambiado. Hoy las mujeres escriben, publican, ganan premios y forman parte de diversos círculos literarios. Hoy se habla incluso de “literatura femenina”. Pero ¿es posible esta categoría?
La pregunta aspira al debate y a la polémica de la crítica literaria feminista sobre la igualdad y la diferencia. Afirmar la existencia de una forma de literatura femenina implica que, por contraposición, debería considerarse una “literatura masculina”. También significa que existe alguna clase de esencia de la femeneidad, que se expresa inevitablemente en la escritura de las mujeres. ¿Pero existe una narrativa propiamente femenina a la que los hombres no pueden acceder?
“¿Hay unas especificidades que permitan distinguir la literatura escrita por mujeres? No sé si me atrevo a ser tajante en esa respuesta. Hay, en cambio, algo que sí es indiscutible: hay muchas, muchísimas más mujeres haciendo literatura y, en especial, novela; un género que no tantos años atrás era, como el volante, el bisturí y el sillón presidencial, patrimonio masculino”, asegura Liliana Bodoc.
“Esta presencia ha modificado la incidencia social, y aún cultural de la literatura en el mundo. De ahí a afirmar que existen una sintaxis, un registro, una retórica y una temática propia de las mujeres hay, a mi entender, un paso delicado y riesgoso. Una decisión que, con las mejores intenciones, puede redundar en una nueva manera de “enghetamiento” – comenta la autora de “Los días del venado” y Presagio de carnaval” entre otras obras y continúa- Hay mujeres escribiendo, accediendo a las lecturas masivas y académicas, opinando y haciendo el discurso literario. ¿Que tienen una manera determinada de hablar sobre sexualidad, guerras, intimidades psicológicas? Eso es difícil de afirmar porque, además, estaríamos estigmatizando en esa descripción a las que hoy son niñas y mañana serán escritoras. Mujeres que, es deseable, devendrán de unas condiciones sociales muy distintas a las nuestras y que, por lo tanto, hablaran de otro modo”.
“Permítanme una comparación con la política… Están, por fortuna, Dilma Roussefff, Cristina Kirchner, Michelle Bachelet… Pero también estuvieron y están Margaret Thatcher, Condoleezza Rice, Hillay Clinton, Christine Lagarde… Hay mujeres escribiendo, hay mujeres haciendo política; con eso alcanza para brindar. No olvidemos que la diversidad también nos compete”, concluye Bodoc.
Desde una mirada convencida, la escritora Márgara Averbach señala: “Yo doy literatura femenina en mis cursos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. No me dedico específicamente a eso, sino a etnias y razas y grupos minoritarios, pero creo sin duda que hay diferencias en la literatura femenina”.
“Para que se vea de qué estoy hablando: una anécdota. Mi marido y yo leemos libros enteros en voz alta en el auto mientras viajamos, o en la playa cuando vamos. Leemos mucha ciencia ficción y algo (menos) de fantasía. Una vez le leí una serie de libros de Lois McMasters Bujold (una escritora estadounidense, nada conocida acá, pero maravillosa) y Odi, mi compañero, me hizo notar algo. En la novela se hablaba de dos exploradores del espacio, un hombre, una mujer, que pasan solos y juntos en un planeta un período largo, como náufragos. Y se describen todos los problemas físicos: no se pueden bañar, es difícil ir al baño, etc. Y Odi dijo: "Eso un tipo no lo describe, no le interesa. Es de mujeres decirlo y está realmente interesante". En ese tipo de diferencias, creo claramente que el lugar de menor poder de la mujer hace ver cosas que muchos (no todos) los escritores hombres no ven”, asegura la autora de las novelas “El año de la vaca” y “Una cuadra”, entre otros títulos publicados.
Pero entonces, ¿la literatura tiene sexo? ¿Puede un hombre escribir “literatura femenina”? ¿Puede una mujer hacerlo como un varón? ¿Sería eso “literatura travestida”?
Para algunos, la categoría de “literatura femenina” es clara y encuentran posible reconocer ciertos rasgos comunes en la obra escrita por mujeres. Para otros, la literatura es un artificio que desvanece por completo la relevancia del sujeto que está detrás del escrito.
Más allá de este debate, hoy conmemoramos las luchas de las mujeres en el mundo y desde el Plan Nacional de Lectura, celebramos a las mujeres que escriben. Para todas ellas, vayan estas palabras de Liliana Bodoc:
“Es un deber decirlo… Siempre fuimos poetas, clandestinas, silentes… Siempre fuimos palabra. Soplamos un verso en la masa del pan. Aquel verso leudó y crujió entre los dientes.
Susurramos un canto y transformamos el coito en amor.
Nos dijeron “Espera, teje y alimenta”
Nosotras esperamos la oportunidad, destejimos la vergüenza y amamantamos el lenguaje”.
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