Doscientos cuatro años atrás, en 1809, un 19 de enero como hoy, nacía en la ciudad norteamericana de Boston el maestro universal del relato corto, el genio del cuento de terror y misterio, así como también el inventor del género policial: Edgar Allan Poe.
En apenas cuarenta años de vida, dejó una obra inmensa que constituyó un aporte valiosísimo a la literatura moderna. Principalmente, porque logró la consolidación del relato breve como forma válida y autónoma, frente a la consideración que antes recibía de ser un esbozo de novela. “El ambiente resulta de la eliminación casi absoluta de puentes, de presentaciones y retratos; se nos pone el drama, se nos hace leer el cuento como si estuviéramos dentro. Poe no es nunca un cronista; sus mejores cuentos son ventanas, agujeros de palabras”, escribió sobre él, Julio Cortázar.
Su carrera literaria se inició con un libro de poemas, “Tamerlane and Other Poems” (1827). Por motivos económicos, pronto dirigió sus esfuerzos a la prosa, escribiendo relatos y crítica literaria para algunos periódicos de la época. “Razones al margen de mi voluntad me han impedido en todo momento esforzarme seriamente por algo que, en circunstancias más felices, hubiera sido mi terreno predilecto”, manifestó en el prólogo de su célebre libro “El cuervo y otros poemas”.
Dueño de un estilo de elaboración meticulosa -de ahí que Pablo Neruda hablara de su “matemática tiniebla” en alusión al mecanismo de relojería que parece hallarse detrás de la elaboración de sus textos- Poe utilizó la lógica en sus narraciones (como “La carta robada”, “El escarabajo de oro” o “Los crímenes de la calle Morgue”, entre otros).
A estos cuentos, Poe los reconocía como los más leídos de su obra; y precisaba que debían su popularidad a que eran “algo en una nueva clave”. En ese sentido, el personaje de Auguste Dupin – quien despliega un riguroso método analítico-deductivo para resolver los enigmas que se le plantean- es generalmente reconocido como el primer detective en la ficción. Su aparición sirvió como prototipo para muchos otros que fueron creados más tarde, incluyendo a Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle.
El propio Doyle lo reconoció cuando una vez dijo: “Cada uno (de los relatos policiales de Poe) es una raíz de donde se ha desarrollado una literatura completa… ¿dónde estaban las historias de detectives hasta que Poe sopló sobre ellas el aliento de la vida?”.
Su mayor éxito literario en prosa, efectivamente, le llegó de uno de estos relatos: "El escarabajo de oro". Fue la obra que conoció mayor difusión a lo largo de su vida y por ella recibió cien dólares de premio en un concurso, la cantidad más alta que consiguió nunca por sus escritos. Les dejamos aquí un breve fragmento de este gran cuento y los invitamos a continuar su lectura:
"….Esto es un extraño escarabajo, lo confieso nuevo para mí: no he visto nunca nada parecido antes, a menos que sea un cráneo o una calavera, a lo cual se parece más que a ninguna otra cosa que haya caído bajo mi observación.
—¡Una calavera!—repitió Legrand—. ¡Oh, sí! Bueno; tiene ese aspecto indudablemente en el papel. Las dos manchas negras parecen unos ojos, ¿eh? Y la más larga de abajo parece una boca; además, la forma entera es ovalada.
—Quizá sea así —dije—; pero temo que usted no sea un artista, Legrand. Debo esperar a ver el insecto mismo para hacerme una idea de su aspecto.
—En fin, no sé —dijo él, un poco irritado—: dibujo regularmente, o, al menos, debería dibujar, pues he tenido buenos maestros, y me jacto de no ser de todo tonto.
—Pero entonces, mi querido compañero, usted bromea —dije—: esto es un cráneo muy pasable, puedo incluso decir que es un cráneo excelente, conforme a las vulgares nociones que tengo acerca de tales ejemplares de la fisiología; y su escarabajo será el más extraño de los escarabajos del mundo si se parece a esto. Podríamos inventar alguna pequeña superstición muy espeluznante sobre ello…"
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