Recordamos al autor de Alicia en el País de las Maravillas, a 181 años de su nacimiento.
“Alicia sueña con el rey Rojo, que está soñándola, y alguien le advierte que si el rey se despierta ella se apagará como una vela, porque no es más que un sueño del rey que ella está soñando”.
Jorge Luis Borges
Dicen que los clásicos son aquellas obras que no pierden vigencia, quizás por la multiplicidad de lecturas que esconden en sus intersticios. Alicia en el País de las Maravillas es uno de estos casos y, en su mesa de lectores se dan cita niños y adultos, lingüistas, matemáticos y lógicos, escritores, intelectuales, poetas vanguardistas, filósofos.
Alicia… nació hace un poco más de 150 años; su éxito inmediato y sin pausa dio como fruto cientos de libros dedicados a su análisis, más de 500 adaptaciones teatrales, y cerca de una decena de películas.
Hoy recordamos sus aventuras porque un 27 de enero, pero en 1832, nacía en Inglaterra Lewis Carroll; más exactamente Charles Lutwidge Dodgson: escritor y profesor de matemáticas, ciudadano de Oxford durante casi cincuenta años y autor de Fórmulas de trigonometría plana, Tratado elemental de los determinantes, El libro V de Euclides tratado de un modo algebraico, en cuanto hace relación a magnitudes conmensurables. Paralelamente y bajo el seudónimo de Lewis Carroll desarrolló una importante labor como fotógrafo y se dedicó a la producción literaria, convirtiéndose hasta la actualidad en la piedra de toque de la tradición inglesa del “nonsense” o rima sinsentido a partir de Alicia…, A través del espejo, La caza del Snark, entre otros.
De la mano de Alicia, Carroll nos condujo hacia un mundo onírico, confuso, de las antípodas (o antipáticas), en el que todo pareciera ocurrir por alguna razón sin razón. Un país dominado por juegos de palabras, acertijos y rimas; habitado por conejos apurados, gatos que sonríen, orugas que fuman, naipes que colorean flores, reinitas ridículas.
El de las Maravillas es un terreno fangoso, de pocas certezas, en el que las cosas cambian el tamaño y la perspectiva y donde no es posible establecer una temporalidad cierta ni distinguir sueño de vigilia. Sí sorprende que, en el absurdo, lo mágico parezca ser la presencia curiosa de una niña.
Según el diario del propio Carroll, las primeras ideas de Alicia… surgieron fortuitamente durante un paseo en barco por el río Támesis, junto al reverendo Robinson Duckworth y las hermanas Liddell – Lorina Charlotte, Alice y Edith. Ante el aburrimiento de las niñas, Carroll improvisó la historia que luego escribiría, corregiría y saldría publicada por la editorial Macmillan a mediados de 1865.
Arde el cielo estival y se desliza
La barca por el agua en calma y lisa…
Íntima cae la tarde con delicia.
Cual aves en su nido están tres niñas,
El ojo alerta y el oído atento,
Porque escuchar el cuento las cautiva.
Los años aquel cielo han alterado:
Ecos tan solo hay, recuerdos vanos.
Ante el rocío otoñal cede el verano.
Sin embargo me ronda, vago espectro,
Alicia de una punta a otra del cielo:
Niña a la que no ven ojos despiertos.
Como entonces, se aprestan a oírme el cuento,
El ojo alerta y el oído atento,
Las tres niñas, cual aves, en silencio.
Invaden un País de Maravillas:
Dormir, soñar mientras pasan los días,
Dormir en tanto que el verano expira.
Es como ir por un caudal corriendo,
Ligero y tan fugaz como un destello…
La vida, dime: ¿es algo más que un sueño?
Lewis Carroll
- El autor: Oliverio Girondo
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