Este viernes 24 de mayo se realizará por primera vez una jornada nacional que apunta al encuentro de la comunidad escolar toda alrededor de las prácticas de lectura.
Durante toda la semana, compartiremos sugerencias y materiales para nutrir estos encuentros, que se proponen como verdaderas fiestas de lectura e intercambio entre alumnos y docentes, familias y vecinos, para sumarnos a la propuesta del Ministerio de Educación que fue ratificada por todos los Ministerios provinciales en Consejo Federal.
Desde el Plan Nacional de Lectura consideramos que leer y compartir lecturas son formas de tejer puntos de unión y dar tiempo para reconocerse en una identidad común con otros. Por esa razón, las jornadas comunitarias de lectura son una gran oportunidad para echar a rodar distintos tipos de voces. Las familias encontrarán en ellas un espacio abierto para recrear el vínculo que cotidianamente sostienen con la escuela.
Además, la jornada Escuela, Familias y Comunidad oficializa una iniciativa que se viene desarrollando en muchísimas escuelas del país, y es también el cumplimiento efectivo de una de las líneas principales de acción del Plan de Lectura. En la resolución de creación –N° 707/2008, se señala entre los ejes de acción primordiales el llevar adelante y acompañar la organización de jornadas de lectura comunitaria. Porque encarnan instancias claves en la valorización de la cultura escrita y la legitimación de las prácticas de lectura tanto por parte de la escuela, como de las familias que participan de su vida institucional y de la comunidad en que cada una está inserta.
Cada miembro de la comunidad que participe en esta jornada será convidado a acercar historias, relatos, narraciones (aquellos que le gusten, que le parezcan significativos, que quiera compartir) para colaborar entre todos a enhebrar un tejido común. Es en esta convergencia donde se juega la multiplicidad, se robustece la identidad colectiva que abriga también la identidad individual. Compartimos historias, compartimos lecturas, compartimos modos de darle sentido al mundo, lecturas sobre el pasado y comprendemos nuestro presente.
La escuela debe ocuparse de formar lectores preparados para aprender más y mejor, claro está, pero también debe apostar a sembrar una noción ampliada de lectura, que valorice el goce de la práctica y tienda a redistribuir el capital simbólico de la cultura escrita. La escuela debe ser también la ocasión para entrar en contacto con los mundos posibles que abren la lectura de ficción y el arte. Tenemos la responsabilidad de trabajar para redistribuir la palabra, no sólo para poder acceder a lo que otros han pensado y escrito sino para enriquecer los propios modos de pensar y expresarse a fin de configurar una ciudadanía más plena
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