Las princesas, los ogros, las brujas, los reyes son en el cuerpo de la maestra, sus manos dibujan cuan largo tiene el pelo la princesa y su voz marca lo horrible que es la voz de la bruja. El espacio del cuento transcurre en toda el aula y se suceden allí bosques, castillos, ríos, selvas. La voz que relata va marcando el ritmo, va indicando los momentos tensos, de susto y aquellos donde se pueden relajar y las caras sonríen, porque al final todo se resuelve bien.

“Un maestro puede “enseñar” el amor por la literatura mediante su actitud vital, que es el texto por excelencia de sus alumnos”, sostiene la educadora colombiana Yolanda Reyes y agrega: “cuando salgan del colegio y olviden fechas y nombres, podrán recordar la esencia de esas conversaciones de vida que se tejían entre líneas, cuando su maestro sacaba un libro de cuentos y compartía con ellos la emoción de una historia, sin pedirles nada a cambio. Porque en el fondo, los libros son eso: conversaciones de vida. Y sobre la vida, sí que es urgente aprender a conversar”.

Reyes invita a conversar a través de las historias y los libros, entendiendo que la etapa de educación inicial y su buen curso, es de vital importancia para estos pequeños que en pocos años estarán transitando la escuela primaria y llevando mochilas más pesadas. Se trata de poner buenos cimientos, de sembrar ese tiempo de los mejores relatos y de las mejores formas de ser contados, porque allí, en el terreno de las historias es donde podemos constituirnos y reconocernos como seres humanos, iguales a otros y tan diferentes a la vez.

Y concluye: “tal vez el tiempo, que siempre va tan de prisa, borre en sus estudiantes los rostros de ahora y las coordenadas de aquel salón donde ustedes les leen cuentos, sin pedirles nada a cambio, salvo sus caras de expectación, terror, asombro o deleite… Pero quizás cuando sean grandes lectores se acuerden de algún cuento entrañable que los marcó para siempre y de una voz que decía: “Érase una vez, en un país muy lejano”.

En honor a Rosario Vera Peñaloza

La celebración hace honor a la educadora argentina Rosario Vera Peñaloza, quien entre muchas otras cuestiones, promovió el juego en la educación inicial y las narraciones de cuentos.

La fecha fue elegida en 1971, en el VI Encuentro Nacional de Maestras Jardineras en la localidad de Santa Fe, donde participaron más de 2 mil docentes, en homenaje a la educadora riojana que falleció un 28 de mayo de 1950.

Vera Peñaloza dedicó su vida a la enseñanza y en 1900, fundó el primer jardín de infantes argentino. Con una concepción moderna de la infancia para la época, estaba preocupada por la formación docente, la pedagogía, la escuela nueva y el rol del estado en la educación infantil. Valorizó el juego en la educación como recurso metodológico para estimular vínculos y sostenía “es así como trabajamos aunque parezca que jugamos”. Promovió la enseñanza de la música, las narraciones de cuentos, las narraciones históricas, el teatro, el cine y las bibliotecas.

Se la conoció también como la maestra de la patria y entre su obra escrita se encuentra El hombre que rehusó el Olimpo, Los hijos del sol, Historia de la Tierra, Un viaje accidentado, Cuentos y poemas y Pensamientos breves sobre juegos educativos.

Hoy 28, el 29 y el 30, Canal Encuentro trasmitirá un especial de jardín de infantes, donde se puede conocer más sobre la vida de Rosario Vera Peñaloza.

El material está disponible también en la página web del canal.