A los 83 años, murió el poeta Juan Gelman. Lo recordamos, volvemos a recorrer su escritura, nos instalamos en su poesía, para que siga estando siempre.
Desco
Poema XIII (Roma/13-5-80),
Juan Gelman, en Exilio
“Yo no me voy a avergonzar de mis tristezas, mis nostalgias. Extraño la callecita donde mataron a mi perro, y yo lloré junto a su muerte, y estoy pegado al empedrado con sangre donde mi perro se murió, existo todavía a partir de eso; existo de eso, soy eso, a nadie pediré permiso para tener nostalgia de eso”, reza el poema III del libro Exilio escrito en mayo de 1980, mientras vivía su exilio en Roma, Italia. Y termina diciendo: “Te amo, patria, y me amás. En ese amor quemamos imperfecciones, vidas”.
La muerte lo encontró a los 83, en México. El poeta, escritor y periodista Juan Gelman nació en Buenos Aires en 1930 y se fue del país, cuando sobrevino la dictadura cívico-militar. Vivió exiliado en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México.
Escribió siempre y en sus textos se respiraba el país, sus ansias de libertad y los ideales de un mundo mejor. Entre sus libros más destacados se encuentran: Hechos y relaciones,Citas y comentarios, Hacia el Sur, La junta luz, Composiciones, Anunciaciones, Interrupciones, Carta a mi madre, Salario del impío, Valer la pena, País que fue será, Mundar, De atrásalante en su porfía, El emperrado corazón amora, entre otros. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, alemán, italiano, sueco, holandés, checo, turco, portugués y recibió numerosos premios, entre ellos, el Premio Juan Rulfo de Literatura Latinoamericana y del Caribe en el 2000 y el Premio Cervantes en 2007.
Alguna vez escribió “Yo seguiré escribiendo poesía, porque no sé escribir teatro, ni cuentos ni novelas”. Juan Gelman, poeta, creía en la poesía, en su movimiento y en la palabra que transforma.
En su discurso, al recibir el Premio Juan Rulfo decía: “¿Existe la palabra justa? La palabra, como la utopía, es incesante emulsión de dos pérdidas —lo deseado, lo obtenido—, un paraíso que nunca se tuvo y hay que buscar eternamente. La palabra justa pertenece al reino de la muerte. Y la condición de los poetas es frágil, no encuentran abrigo en su obra, cada momento de esa obra cuestiona los demás y entonces nada sostiene a quien no tiene otro sostén que el acto de escribir. Y, sin embargo, la poesía continúa. La poesía está cargada de más vida. Un poema sin ojos no puede cruzar la calle.
El trabajo de la poesía es dar forma al vacío para que éste sea posible. El porvenir de la poesía es la palabra liberada del lenguaje. El viaje hacia el poema es más importante que el poema. La poesía es patria de los espacios negros y mira la calandria que sale volando de los ojos de un niño porque él la quiso ver. No hay necesidad de defender a la poesía frente o contra la realidad: la poesía devela la realidad velándola”.
En mayo de 2013, cuando cumplía 83 años, lo recordábamos así: http://www.planlectura.educ.
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