Gigantes, deformes y malvados; o verdes, dientudos y simpáticos, los ogros son unos personajes que jamás dejaron de estar presentes en la literatura infantil. ¿Por qué a los chicos les gustan tanto sus historias?
Se dice que solo anda de noche
porque la luz del Sol lo convierte en piedra.
Puede ser gigante o enano,
pero en la mayoría de los relatos
se lo describe con nariz larga
y voluminosa y mucha cabellera.
Definición de Troll de Oche Califa
De acuerdo con la mitología y las leyendas provenientes del norte de Europa, un ogro es el miembro de una raza de humanoides grandes, deformes y crueles que comen carne humana (niños especialmente). Si bien son seres forzudos, en ocasiones, los ogros son bastante torpes, lo que hace posible derrotarlos.
Hay ogros de diferentes estilos. En los países escandinavos, por ejemplo, se llaman "trolls" y viven en montañas o castillos lejanos, donde guardan grandes tesoros. Los cuentos de hadas de esa región los caracterizan como gigantes con facciones monstruosas. En Japón, en cambio, los ogros son conocidos como "oni", y pueden lucir de diferentes colores: amarillos, azules y rojos, con cuernos y armados con bastones de hierro.
Por nuestros lares, en cambio, es casi imposible imaginar un ogro y no pensar en el personaje cinematográfico Shrek, ese mastodonte verde con dientes chuecos, de buen corazón y encantador por siempre jamás.
Pero más allá de sus variantes, ¿qué tienen de atractivo estos personajes raros e indefinibles que desde las fábulas de la Edad Media, pasando por los cuentos de Charles Perrault,y aún hasta nuestros días están siempre presentes en los cuentos que eligen los chicos?
"Las historias de personajes perfectos, muchas veces insulsos y aburridos o las de animalitos que viven en unas condiciones idílicas en el bosque o las versiones light de los cuentos de hadas, en las que Caperucita y su abuela alcanzan a esconderse en el armario antes de ser devoradas por el lobo, les encantan a los padres y a los educadores, deseosos de utilizar los libros para impartir enseñanzas y transmitir mensajes. A los niños, por el contrario, esas historias almibaradas y nostálgicas, les parecen un tanto sospechosas ", explica la pedagoga y escritora colombiana Yolanda Reyes en el artículo "BRRRRR… ¡Quién dijo miedo! " publicado en su sitio web www.espantajaros.com, en el que agrega: "Con razón suelen desconfiar de una “literatura” que se empeña en desconocer las “debilidades” de la naturaleza humana".
Dicho de otro modo, si "se borra" al malvado de la historia, el mensaje que se le da al niño es que la crueldad o el dolor no existen, y eso no es verdad. En ese sentido, los cuentos infantiles que han sobrevivido en el tiempo son sabios: en lugar de negar el miedo, lo afrontan y lo elaboran de una manera simbólica.
El ogro -tanto como el lobo, el monstruo o la bruja- es un personaje frente al que se puede reaccionar y volcar en él lo que produce angustia. Esa angustia infantil, que a menudo es difícil de expresarse y que mediante la literatura, logra elaborarse en imágenes concretas para de esa forma, encontrar salida.
"Desterrar de las lecturas de la infancia estas escenas que a simple vista nos parecen peligrosas, equivale a negar la validez de los sentimientos infantiles. Es creer que los niños no son seres humanos sino una especie de ositos de peluche. Es tenerle miedo al miedo y creer que, simplemente con dejar de mencionarlo, podremos librarnos de él. Y, en el fondo, es también una censura velada contra la libertad de expresión de los niños al señalarles temas vedados de los que, desde el principio, es mejor no hablar", concluye Reyes.
Para invitarlos a "asustarse un rato" y porque no les tenemos miedo (o un poquito, sí, pero no importa) les recomendamos "Cuento con ogro y princesa" de Ricardo Mariño y "Donde viven los monstruos" de Maurice Sendack, dos historias de ogros que todo chico merece escuchar, una y otra vez, todas las veces que quiera.
Y para regalarles un susto aún más grande, les contamos de la aparición del Troll, según la versión de Oche Califa, en su libro Monstruario sentimental.-
Aparición del Troll
¡Cuidado, cuidado, que declina el Sol!
Y el bosque se Suecia se viste de luto para que se duerman sus flores y frutos,
Mientras que ya viene, malicioso…¡el Troll!
Sus anchas orejas, su nariz de papa
y su porte alto, como un gran gigante,
aumenta el espanto, que bien desde antes
le tiene cualquiera, que lo ve y escapa.
El Troll ha salido de su cueva oscura
a buscar pendencia, a robar personas,
a regar con sangre –que la tierra abona-
y a dejar testigos llenos de locura.
Solo los enanos y duendes verduzcos
pueden animarse ante su presencia,
porque tiene artes, conjuros y ciencias
que los hacen buenos enemigos chuscos.
En cambio, su aspecto de ogro peludo
se debe esquivar, para bien de todos,
puesto que no existe ni treta ni modo
de evitar sus garras y su cuerpo rudo.
A menos que alguien, con un talismán
hecho con las piedras que pisara Thor
lograra que huyera –cobarde mayor-
y dejara, entonces, su sangriento pan.
Porque si hubo casos que fueron así,
también hubo otros, de negros dolores.
Y los campesinos y los leñadores
bien tienen memoria. ¡Bien cierto que sí!
Todavía hay quienes cuentan asombrados
la historia de aquella madre primeriza
que cayó en la trampa de un trol nodriza
con su jugarreta de niño cambiado.
Más, la luz ahora, con mecha y alcohol,
hay que poner tibia. ¡Y cerrar la casa!
Y advertir al pobre viajero que pasa:
¡Cuidado, cuidado, que ya viene el Troll!
- La tristeza hecha poesía
- Para abrir las puertas de la escritura literaria