Plan Nacional de Lectura

“La clave es promover la curiosidad”

La lectura para otros como parte de la formación del lector, fue el disparador que utilizó el especialista Gerardo Cirianni para conversar sobre la lectura, la escritura y la escucha.



El pasado 17 de junio, el Plan Nacional de Lectura presentó Leer para otros como parte de la formación del lector, a cargo del especialista en lectura y escritura Gerardo Cirianni.

La jornada Para leer con todo, se inscribe en el trabajo nacional de intensificación de la enseñanza de la lectura en el nivel primario que lleva adelante el Ministerio de Educación de la Nación. Se llevó a cabo en el auditorio de la ciudad de Buenos Aires de la Fundación Osde y de manera paralela, por teleconferencia, llegó a 38 lugares de nuestro país donde la fundación tiene sedes.

Lectura, escritura y escucha fueron los ejes centrales de la conversación que planteó Gerardo Cirianni. Especialista en procesos de lectura y escritura, ejerció la docencia muchos años y es autor de Acto seguido, ¿Quién es que anda ahí?, Rumbo a la lectura, Punto de Partida, entre otras. A partir de su experiencia destaca ejes de trabajo, textos y autores que pueden ayudar a la tarea de leer para otros y con otros.

Los compartimos:

“Me parece que para trabajar en estos temas hay un punto de partida que es anterior a la llegada del libro y a la llegada del libro propiamente dicha, que es la escucha de las conversaciones, la escucha de los chicos y sus intereses, la forma en la que desean o imaginan ingresar al mundo de la palabra escrita. Porque hay cosas que tienen que decir, hay cosas que dicen muchas veces aunque no sea de manera explícita y lo que podemos recoger de eso, es una pequeña parte de todo lo que se expresa”.

De esta manera, plantea a un docente presente con comentarios, con búsquedas, exploraciones e intuiciones de lo que se cree puede interesar, donde la vida de los chicos esté de alguna manera presente o representada y entonces el trabajo es un desafío: “La otra cuestión es en que lugar me pongo yo en relación a este mundo de la palabra escrita”.

En este sentido rescata el material que reciben las escuelas, pero sostiene que hay que ir más allá y recomienda revisar lo que llega y ver la manera de ponerlo en diálogo con otros materiales que no estén contenidos allí. Ese diálogo entre textos aportará crecimiento y desarrollo al trabajo de lectura que se esté llevando a cabo.

Durante su exposición Cirianni compartió lecturas, resaltando el valor que tiene la oralidad al momento de generar el encuentro. Recorrió lecturas de fábulas clásicas, estableció vínculos entre las distintas versiones e interpretaciones y manifestó una de las preocupaciones que mantiene desde siempre: “¿en qué momento la conversación se da a partir de la lectura? y ¿en qué momento la escritura es una forma de conversación?”

Si bien no presentó respuestas cerradas ni definitivas, ofreció pistas que pueden guiar la labor en el aula y en la escuela: “el trabajo que generalmente se deja para etapas muy avanzadas del proceso de adquisición del código escrito, puede empezar muy tempranamente, siempre y cuando se admita que va a ser un proceso donde van a ocurrir todo tipo de errores, van a aparecer todo tipo de precariedades, pero sin embargo van a poder ejercerse algunas de estas acciones, con las limitaciones que tengamos para hacer esto”.

El docente o referente en la escuela, entonces, un actor clave para lo que el autor plantea como central, que es promover la curiosidad: “En cuestión de lectura, si no hay interés por trascender lo que significa la vida cotidiana, mi entorno, mi realidad, mi experiencia y relación con la palabra, mi conocimiento de como se mueve el mundo que me rodea, si no existe esa curiosidad es difícil que uno se interese por el mundo de la palabra escrita. El mundo de la palabra escrita necesariamente tiene que ver con la extensión de la experiencia. Cualquier material de lectura, remite a conocimientos que no forman parte del entorno, pero el hecho de que estén curiosos a descubrirlos o no estén curiosos a descubrirlos, alienta o desalienta ese deseo por seguir buscando, por seguir explorando. El camino para fortalecer esa curiosidad me parece que es parte del trabajo del maestro”.

También recomienda construir un acervo de materiales e información, que implica pensar en ciertas temáticas y autores que pueden interesarle a los chicos, en función de lo que estén viviendo o sintiendo acerca de ciertos temas.

En este sentido, con una mirada muy actual, reconoce que en este momento existe “una explosión  editorial, donde hay más libros, para autores y más productos para ofrecer a los destinatarios” y reconoce que es necesario discutir sobre eso.

“¿Es necesario siempre recurrir a nuevas obras, a nuevos materiales y de gente que se ha especializado en escribir para los chicos? Hay grandes escritores y no solamente argentinos, sino latinoamericanos, que nunca han pensado en que su obra pudiera estar dirigida a los niños. Quizás esos materiales, de esos escritores, que al producirlos nunca pensaron ni en la escuela ni en los niños, pueden generar como consecuencia de la lectura, momentos y escenas de lectura y discusión posterior mucho más potente que muchos de los libros “recomendados”. El ejemplo clave lo da con la lectura de Patio de tarde de Julio Cortazar, contenido en Último round.

Sin dudas, los procesos de lectura y escritura en la escuela plantean nuevos desafíos y Cirianni considera necesario preguntarse ¿quién tiene dificultad para leer? ¿quién tiene dificultad para interpretar?, ¿cómo hago para poder conectarme con algo que estoy leyendo, si como adulto no me he probado en esa materia. Es decir, que debería hacer yo antes de pensar si los chicos leen o no leen o porque leen o como leen o para que leen. Es necesario, como docentes, con toda humildad, ubicarnos en la situación en la que estamos, cuales son los problemas que como adultos lectores podemos enfrentar y cuales no. Y trabajar en ese sentido para poder ampliar nuestra posibilidad de reflexión acerca de lo que estamos trasmitiendo y enseñando.

Y agregar: “si no puedo captar determinadas situaciones en mi lectura como adulto, es posible que tampoco pueda leer con la carga de intención que corresponde un texto para niños en donde justamente el tema no es lo que se cuenta sino lo que está atrás de lo que se cuenta”.

A su vez, reconoce que la lectura pasa por varios planos y uno muy importante es el de las lecturas recurrentes: “volver al texto, porque cada vez que lo hago descubro cosas. Ese descubrimiento es fabuloso, porque ingresamos en el reino de la calidad, no de la cantidad, el asunto no es cuanto leíste sino como lo leíste y que conclusiones fuiste sacando de eso, porque acumular  información depende de la memoria, pero darle a esa información una traducción determinada depende de muchas otras cosas. Volver a leer lo mismo, para despertar nuevas conversaciones, para llegar a textos similares, para buscar otros textos que pueden despertar emociones parecidas, es un trabajo que pasa por reunir materiales, hacerlos disponibles para los chicos, porque una cosa es que los chicos puedan leer autónomamente y otra cosa es que los chicos no tengan el derecho a mirar los libros hasta que no tengan esa autonomía; mirarlos en el sentido más amplio, estar con ellos el tiempo que sea necesario, hacer las preguntas acerca de lo que ven cada vez que algo les llame la atención, hacer solicitudes respecto de lecturas parciales de lo que está pasando en un momento, si es que les interesa saber no toda la historia, sino parte de la historia”.

Considera entonces, que lo que hay que tener es un patrimonio básico de información, de herramientas y sobre eso, cada uno va construyendo sus propios desarrollos; pero sobre todo cree en el diálogo y el poder de la palabra: “me parece que es imposible promover ningún proyecto de lectura sin tener muy viva y muy potente la conversación, que implica la escucha, el hablar y registrar lo que van diciendo e ir diciendo oportunamente las cosas que correspondan a aquello que se está debatiendo”.

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