En una charla que cerró las Jornadas de “Compartir la Palabra”, el escritor reflexionó sobre la velocidad con que actualmente circula la información, en oposición al tiempo que nos lleva leer y comprender lo que leemos.
“Vivimos un momento histórico en el que circulación de la información es muy rápida. Pero esta circulación vertiginosa está en conflicto con la velocidad de la lectura, que sigue siendo la misma que antes. Es decir, leemos a la misma velocidad que en los tiempos de Aristóteles”, analizó el escritor Ricardo Piglia. “No hay un dispositivo ni chip que nos haga leer más rápido, el tiempo que impone la lectura es exactamente el mismo que hace cientos de años. Por eso podemos pensar que la relación entre la temporalidad y el lenguaje encuentra su espacio pleno en el momento de la lectura”.
En la conferencia que dio ante un auditorio repleto en el Encuentro Federal de la Palabra (evento que se realizó en Tecnópolis entre el 9 y el 20 de abril), Piglia se refirió a la relación entre la lectura y el tiempo, y a los libros que marcan la vida de un escritor. Sobre la lectura en sí misma, reflexionó: "Es una de las pocas actividades libres que nos quedan".
En relación al tiempo de la vida, el autor de “Respiración artificial” y “Plata quemada” entre otros libros, señaló: "Hay muchas maneras de pensar una autobiografía, yo podría armar una que tenga que ver con los encuentros con amigos en los bares, otra que estuviera centrada en el amor, otra en la política, pero en este contexto me parece que hay que pensarla a través de los libros, no de los que he escrito, sino de los que leído. Se puede ver cómo es uno a lo largo del tiempo sólo con hacer un recorrido por los estantes de la biblioteca”.
“Por otro lado, la noción de primera lectura se asocia con la infancia, pero sucede también con el descubrimiento de cada nuevo autor que se conoce”, añadió y destacó lo inolvidable de las primeras lecturas, "la primera vez que leemos a Dickens, Roberto Arlt o Faulkner, es una emoción que luego se desplaza hacia el recuerdo, porque lo que se lee no es el contenido del recuerdo, sino su forma”.
Volviendo al tema del tiempo en relación a la lectura, Piglia retomó la frase de Virgilio que dice “una imagen vale más que mil palabras” y comentó que a su entender, esta frase ha venido siendo mal interpretada, en tanto el poeta no se refería a lo que entendemos por una imagen en sí, sino a la utilización de una metáfora.
“Por supuesto que existe una diferencia enorme entre una imagen y un texto. La imagen se descifra inmediatamente, las mil palabras llevan su tiempo”, puntualizó. Y regresando al fenómeno actual de las comunicaciones inmediatas, ejemplificó esta diferencia real en el proceso de decodificación: “Sucede con los SMS o los twitts, donde se condensan las palabras para que entren en el cuerpo del mensaje pero el que lee tiene que tomarse el tiempo de descifrar esa sórdida sintaxis reemplazando letras y completando las palabras”.
Como cierre, Piglia habló de “homenajear la lentitud de la temporalidad de la lectura. Lentitud que necesitan ciertas cosas como el amor o la virtud”. “Y homenajear a la literatura no sólo como defensa de la belleza sino en el sentido de lo que es, ni más ni menos que experiencia en el uso del lenguaje”.
- La formación del lector literario
- Puentes hacia la libertad